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domingo, 8 de enero de 2012

Jim en el inicio

Jim en el inicio


En una plaza gris de aquellas de antaño, donde el medio día parece noche y la noche parece sombras. Una escena de tristeza pura se asoma en una banqueta.
Jim, el sujeto de 29 años con gabardina gris y cabello desarreglado observaba hacia el otro lado del la plaza. No sé sabía que observaba exactamente, pero acariciaba un libro con un pañuelo rojo en su interior, el cual tenía un título tan pequeño que no se podía apreciar.
Él está atento a todo lo que sucede allí. Sabe el número de la placa de los tres vehículos estacionados en la calle. Conoce el nombre de siete de veinte personas del lugar. Sabe cuanto dinero ha recaudado el vendedor de helados y también la cantidad aproximada de helados que le quedan en el carrito. También sabe todo acerca de la persona que observa. No puede evitar sentir pena y al mismo tiempo ira.
Pestañea lentamente y el tiempo parece detenerse a su alrededor. Los globos de un niño se le escapan de sus manos y quedan libres como el viento. Eso causa que Jim medite más, mucho más. Cada escena a treinta metros a su alrededor le causa curiosidad.
Se levanta lentamente y camina con serenidad y paciencia hacia donde su vista apunta. En el reflejo de sus ojos se ve una imagen conocida desde siempre. Y tras sacar de su gabardina su instrumento de trabajo, un estruendo con poco eco tiñe su reflejo de color rojo. Solo allí se pueden leer las palabras “Santa Biblia” en aquel libro con pañuelo.



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